Los contenidos audiovisuales son los que mandan hoy en día y el hype lleva a la innovación dentro de la tecnología. La industria publicitaria, en su afán de buscar nuevas maneras de conectar con los consumidores, los usa y dentro de la vorágine clásica de este sector se olvida de lo más importante.
Hay muchos trabajos en los que se invierte un gran presupuesto y mucho tiempo pero al fin y al cabo parece que el brief fue “queremos usar realidad virtual”, solo eso. Se olvidan que es solo un recurso, hacen una gran producción y dejan de lado el mensaje.
No es que estemos en contra de la innovación tecnológica, claro que no. Eso lo llevamos como bandera, pero también llevamos otra: la de la historia, el mensaje, la experiencia. No nos quedamos solo con la cara bonita porque sabemos que sin historia y sin contenido no hay marca.
Casos que ejemplifican esto hay muchos, pero el video de 360 grados de Charlotte Tilbury para su fragancia Scent of a Dream es un gran ejemplo. Fue criticado por los comentaristas de YouTube por falta de una historia.
En cambio el trabajo de The Excedrin, Migraine Experience, promete una experiencia con una buena historia. Un video de realidad aumentada que invita a sentir los síntomas que sufre las personas con migraña con el objetivo de entenderlas. Experiencias de visión borrosa, desorientación, sensibilidad a la luz, etc.
La clave para invertir en vez de gastar en innovaciones se resume en lo siguiente: contar historias y hacer que las personas las experimenten a través de los nuevos recursos tecnológicos. A esas historias y mensajes le ponemos una cara bonita para que el contenido sea más experiencial y llamativo. Ya no queremos que alguien sepa qué pasó con Caperucita, queremos que se sienta perdido, confundido como ella de camino a su abuela y que aprenda la lección. Queremos que las personas intenten entrar en la casa del tercer chanchito y que se queden con la moraleja en su cabeza. Queremos que vivan el cuento y se queden con el mensaje, además de la cara bonita.