Los humanos encontramos maneras de expresar la creatividad en cada cosa que hacemos. Es lo que nos identifica como especie: todos somos creativos y practicarlo nos hace sentir vivos, precisamente porque nos recrea.
La creatividad está en la calle y decora las ciudades. Hoy recolectamos algunas de las esculturas más insólitas del mundo con una mirada particular. Algunas tienen fundamentos dignos para presentar una campaña, y otras son tan absurdas que nadie logra explicarlas.
Como fuere, nadie pondría en tela de juicio su creatividad. Nos sirven de inspiración porque representan conceptos resumidos en una figura o situación.
Viajeros. Marsella.
Esta es una de las esculturas repartidas por toda la ciudad de Marsella. Todas tienen algo en común: a todas les falta una parte. ¿Será que al partir dejamos cosas, o será que al viajar nos vamos construyendo?
Los bañistas. Singapur.
Son cinco estatuas de tamaño natural detenidas en pleno salto al agua. Forman parte de una serie llamada “El Pueblo del Río”, y rememora antiguas costumbres de la ciudad, antes de que la recreación al aire libre fuera condicionada por avenidas y rascacielos.
Cabezazo. París.
El fútbol es una de las pasiones universales más populares. Maradona, Labruna y Riquelme son algunos de los ídolos inmortalizados en Argentina. Messi, Ronaldo y Charlton, en el mundo. Pero la escultura más insólita es la que recuerda el incidente entre Zidane y Materazzi, que terminó con la expulsión del francés y la consagración del italiano en la final de 2006. Su creador la define como oposición al concepto de monumento: “es una oda a la derrota”.
El Vecino Curioso. Madrid.
Todo transeúnte se para a su lado, a ver qué está mirando con tanta atención. Su mirada se dirige a la cristalera que guarda los restos de la antigua Iglesia de Santa María de Almudena. El encanto de este homenaje a un hombre común es que, al pararnos a su lado, todos nos convertimos en el vecino curioso.
Piernas. Mendoza.
Turistas y nativos se preguntan por esas piernas que llevan décadas en esa esquina. ¿Nunca se terminó? ¿Habrá sido destruido? Lo cierto es que el extraño monumento digno de Springfield es parte de la historia de Mendoza y, luego de muchos años de ser una obra desolada y gris, ahora luce medias a rayas, uñas pintadas y hasta una sentida “Oda a la Estatua” que la integran con alegría al paisaje urbano.