La vida nos da oportunidades que nos ayudan a crecer y aprender. Conocer a personas ejemplares nos permite reflexionar, a la vez que tomamos conciencia de lo que representamos y valemos realmente para los demás, cada uno desde el papel que ocupa en la sociedad
Días atrás vivimos el emotivo reconocimiento que el Mendoza Rugby Club le brindara a uno de sus hijos mimados y más representativos. El “Gran Capitán” Carlos Cippitelli, batallador incansable de las canchas y la vida, predicó durante sus años de jugador un crecimiento basado en el respeto, en la solidaridad, en la humildad y en valores espirituales que son los pilares para una humanidad más justa. Luego mantuvo su ejemplo como entrenador, como formador de nuevos jugadores y, sobre todo, como guía de personas de bien.
No hay desarrollo profesional ni progreso sin un crecimiento personal que lo respalde. La experiencia enriquece y la selección natural de personas nos permite asimilar cualidades y mejorar individualmente para practicar cambios en nuestro entorno. Por haber ayudado a forjar equipos y grupos de gente de conducta intachable, con ansias de superación, con amor hacia el prójimo, Carlos Cippitelli tuvo el reconocimiento que mejor le cabía: un partido de rugby organizado por sus compañeros y entrenadores de siempre, entre su querido Mendoza Rugby Club, con invitados, y el San Isidro Club de Buenos Aires, institución con la cual mantiene un cariño que trasciende lo deportivo, que toca lo más profundo del sentimiento humano: la admiración y el respeto mutuos.
Una vez más el deporte fue un Encuentro de Valores donde el premio mayor es el aprendizaje, la camaradería, el “enfrentamiento” amistoso entre dos equipos que, antes, durante y después de ser ocasionales rivales, son colegas y viven de la misma pasión con lealtad.
Como bien sabe Carlos, el éxito no radica en el reconocimiento ni en el homenaje, sino en el cariño recibido, en el poder mirar sobre nuestros hombros y saber que el tesoro más valioso no está enterrado ni por descubrirse: son los afectos, lingotes simples que se cosechan en mayor cantidad mientras mejor se cultiven.
Haber sido elegidos por sus ex – compañeros de partidos y actuales compañeros de vida para comunicar el evento fue un privilegio para Argency, y un aprendizaje para todo nuestro equipo. Conocer en profundidad su legado y su tenacidad nos enseñó a adoptar a Carlos Cippitelli como nuestro maestro por unos días. Aportamos sólo lo que sabemos hacer, como cada uno puso todo desde su lugar, con el entusiasmo y el compromiso que la ocasión merecía.
Los que hacemos Argency sabemos que tenemos una de las profesiones más privilegiadas de todas. Mejor dicho, reconocemos el privilegio de poder ejercer lo que elegimos. Sabemos que los premios estimulan y a veces son necesarios para el ego. Pero también sabemos de la importancia de trabajar en equipo, con el premio de aprender unos de otros y, de esa manera, crecer individual y grupalmente. Como personas y como profesionales. Como equipo y como empresa. Porque disfrutamos del logro diario de hacer bien y buenos trabajos. Porque tratamos, siempre tratamos, de resolver nuestras tareas con creatividad. Pero además disfrutamos de estar lo suficientemente permeables para ser creativos también al momento de aprender. Y siempre un buen ejemplo viene bien.
Los medios locales dieron el ejemplo al reconocer la bonhomía de Carlos Cippitelli: