Caminando por las calles de Mendoza, me crucé como siempre, con las calles cubiertas de diferentes Vías Públicas o Vallas o Afiches Callejeros, como quieran llamarlos. Da igual. Algunos los conocía bien (fueron pensados y diseñados en Argency) y otros anunciaban el inicio de inscripciones en escuelas, con niños felices y contentos, otros me invitaban a conciertos de lírica con voces reconocidas mundialmente, y así.
Hasta acá una postal urbana de lo más normal. Seguí caminando y me pareció que una de estas gráficas tenía algo “raro”. Me detuve y la observé mejor. Alguien la había intervenido.
Me sorprendió la acción. No por nueva, es un viejo truco intervenir las vías públicas. Los partidos políticos con poco o nulo presupuesto pegan sus afiches A3 sobre las grandes vallas de sus competidores. Pero más allá de la novedad de la acción, me sorpendió su efectividad y el alto nivel de impacto y visibilidad. Evitemos el análisis que incluya consideraciones éticas y morales, podemos o no estar de acuerdo con la temática de la acción pero creo que no podemos contradecir su eficacia. Con un costo mínimo lograron meterse en el circuíto inaccesible de un microcentro atestado de mensajes, sobresalir y hacer hablar sobre un tema prácticamente tabú, a marcas por completo ajenas al debate en cuestión.
Ustedes qué opinan? Es lícito buscar espacio para expresar nuestras ideas a través de éste tipo de intervenciones? Las marcas se ven dañadas? Una acción simple que disparó varias preguntas y que sin lugar a dudas, funcionó.